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Parque Arqueologico de "La Campa Torres"

El Parque Arqueológico y Natural de la Campa Torres, cuya titularidad corresponde a la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento gijonés, está situado en el Cabo Torres. Ocupa una superficie de 50.000 metros cuadrados en la que se encuentran los restos de un poblado de época prerromana que fue posteriormente romanizado.

Acceso: La ciudad de Gijón cuenta con estación conjunta de las compañías estatales ferroviarias RENFE y FEVE, estación de la empresa de autobuses ALSA, etc. Por carretera, su principal vía de comunicación con Oviedo —capital del Principado de Asturias, de la que dista 30 km— es la autopista A-66, conocida como la Y, que une los tres grandes núcleos urbanos asturianos: Oviedo, Gijón y Avilés. Autobús urbano: línea 21.

Descripción: El programa de excavaciones arqueológicas realizadas en el concejo de Gijón a partir de 1982 ha contribuido al conocimiento de los restos de la cultura material de los pueblos indígenas prerromanos, así como del proceso de romanización que tuvo lugar a partir de la conquista de este territorio por Augusto a finales del s. I a. de C. Como consecuencia de dichas investigaciones se presentan al público el Parque Arqueológico de la Campa de Torres, las Termas Romanas de Campo Valdés, la muralla romana y la Torre del Reloj. Estos equipamientos forman una secuencia cronológica continua, por lo que es recomendable su visita siguiendo este mismo orden. El Parque Arqueológico de la Campa Torres cubre un área de 50.000 metros cuadrados, de los cuales se han excavado unos 5.000 metros cuadrados; contiene restos de construcciones de un antiguo poblado prerromano que posteriormente fue romanizado. El paseo por las rutas señaladas permite contemplar viviendas prerromanas, de planta circular u ovalada (s. V a. de C.), y construcciones de época romana en las que predominan las formas rectangulares (siglos I-III d. C.). Destacan en el recinto la muralla defensiva, los pozos artesianos y los aljibes. Activo durante unos mil años, el castro ayuda a conocer, mediante los restos materiales hallados, la historia de los habitantes de la zona central asturiana desde la prehistoria al comienzo del medievo, con una interesante etapa de romanización entre medias. El edificio del Parque ocupa un antiguo búnker construido a comienzos de la Guerra Civil española para la defensa del puerto del Musel y remodelado en 1992 para alojar los servicios con que cuenta en la actualidad; en su interior se exhiben materiales hallados en las excavaciones. Hay una sala de audiovisuales y otros servicios complementarios: espacios de trabajo para arqueólogos, una biblioteca especializada y un área de recreo. La exposición muestra, con la ayuda de reproducciones, maquetas, fotografías, dibujos y presentaciones especiales, la vida en el mundo prerromano y romano. La Campa Torres fue excavada por primera vez en 1783 por el arquitecto Manuel Reguera González, a petición de Jovellanos, exhumando los restos de dos construcciones que él consideró los cimientos de las Aras Sestianas: se trata de un monumento consagrado al emperador Augusto, erigido entre los años 9 y 10 d. C. y del cual sólo se conoce una gran lápida que hoy está en una colección particular. La existencia de este monumento simboliza la asociación del castro astur con Roma. El castro de la Campa Torres Se ubica, a unos 100 m. sobre el nivel del mar, en la península formada por el cabo Torres y situada en el extremo occidental del concejo de Gijón, entre el puerto de El Musel al este y la ría de Aboño al oeste. Desde aquí se obtiene una extensa visión de la costa. Como se ha dicho con anterioridad, Gaspar Melchor de Jovellanos, interesado en conocer el asentamiento concreto de la célebre lápida — —descubierta mucho tiempo antes, dedicada al divino Augusto e integrante del monumento conocido como Aras Sestianas— que procedía de allí, encargó la excavación a Reguera González, ocupado por entonces en las obras del puerto gijonés. Este arquitecto no sólo notificó al prócer gijonés, en 1783, que el alto de la Campa Torres era el lugar de asentamiento de las aras, también descubrió los cimientos de dos edificios: uno de ellos, de forma cuadrada, habría acogido, según él, las Aras; el otro, en forma de "T", más pequeño, daría asiento a una mesa de altar para sacrificios. Estas dos construcciones fueron olvidadas y desparecieron por completo debido, probablemente, al levantamiento de defensas durante la guerra civil española, a cuyo comienzo se erigieron los emplazamientos de artillería de costa para defender el puerto de El Musel; hoy se han transformado en Centro de Difusión e Investigación del Parque. En 1972 José Manuel González, profesor de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, lo devolvió a la actualidad al catalogarlo como castro prerromano prerromano y romano —de gran importancia— y divulgarlo por distintos medios, sugiriendo que tal vez fuese el oppidum Noega mencionado en las fuentes latinas. Seis años después (1978), correspondió a José Luis Maya y Juana Bellón realizar la primera campaña de excavación científica, en la que se halló un edificio romano y restos de materiales más antiguos. En 1980 llega su reconocimiento como Bien de Interés Cultural y en 1982 comienzan las excavaciones sistemáticas de la Campa de Torres, bajo la dirección de J. L. Maya y dentro del "Proyecto Gijón". Desde 1985 la dirección de las excavaciones la compartirían J. L. Maya y Francisco Cuesta, quienes recibieron de la Subdirección General de Arqueología del Ministerio de Cultura el encargo de un anteproyecto para la creación de un parque arqueológico. Se pretendían "dos objetivos básicos: 1) mostrar un yacimiento arqueológico singular por sus características propias, muy distintas de las de los castros del occidente asturiano y explicar su significado para la protohistoria del país; y 2) armonizar los restos arqueológicos con el entorno en el que se encuentran, potenciándolo desde el punto de vista geológico, botánico y faunístico, todo lo cual da sentido al carácter de arqueológico-cultural que posee el Parque de la Campa Torres" (varios autores, Guía de la Campa Torres, ed. Fundación Municipal de Cultura..., Ayto. de Gijón). Se conoce poco de la procedencia de los primeros inquilinos de la Campa, pertenecientes a un pueblo ganadero y metalúrgico (bronce). Un grupo de ellos se estableció en la península de Torres entre los ss. VI-V a. de C. y la fortificó con un complicado sistema defensivo, donde sobresale un foso en forma de "V" —de hasta 14 m de anchura en algunos puntos—, el cual fue dotado de un terraplén recubierto de piedra y con escalones para alcanzar el parapeto superior. A unos 50 m se elevó la línea defensiva principal: una muralla formada por tramos yuxtapuestos de 7 m de anchura. En el interior se concentraban las viviendas, de planta redondeada e interior sin dividir. La economía prerromana de este castro descansaba sobre una copiosa y variada cabaña ganadera (vacas, cabras, ovejas y cerdos) y una metalurgia para la obtención de pequeños lingotes de cobre en base a este material y al estaño del occidente; el comercio hizo posible la llegada de productos de origen mediterráneo o meridional. La agricultura se limitaba a la producción de algunos cereales, mientras que la caza (ciervos, corzos o cabras silvestres) y la pesca con caña eran actividades complementarias. Respecto al poblado prerromano cabe concluir, tras rigurosos estudios, que "en la Campa Torres se encontraba el denominado oppidum o castro de Noega, citado por Estrabón, Pomponio Mela y Plinio. Entendemos como tal a la ciudad o núcleo fortificado prerromano más importante de la costa de los astures, situada en una península sobre la que más tarde, en el s. I. d. de Cristo, se alzará un monumento dedicado a Augusto, del que habría formado parte originariamente la lápida del cabo Torres. El poblado era citado desde antes de la conquista gracias a su carácter de fondeadero y centro comercial, y debió de ir perdiendo importancia desde el siglo II d. de C. a medida que el territorio se iba organizando más a la romana, con otros centros de poder y con la directa competencia de la recién fundada ciudad de Gijón. Este castro correspondería a una de las gens o comunidades organizativas suprafamiliares de los astures, en concreto a la de los cilúrnigos, tal y como se deduce de la lápida descubierta en las excavaciones de la muralla de Cimadevilla (Gijón)" (varios autores, Guía de la Campa Torres, Fundación Municipal de Cultura..., Ayto. de Gijón). La romanización fue muy temprana; lo demuestra la erección sobre el cabo de Torres del monumento de Augusto, en los años 9-10 después de Cristo, del que queda la famosa lápida. La ocupación romana produjo el abandono del asentamiento primitivo por el llano interior, detrás de las murallas, ocupando una zona de 500 m de largo por unos 200 de ancho. Las transformaciones afectan a las viviendas —que ahora son de trazados angulares, de paredes de cuarcita unida con barro, con una o más habitaciones unidas entre sí, provistas de porches de ingreso, cubierta de teja plana, etc.—; económicamente, la crisis llega a la metalurgia, y, en cuanto al comercio, se importa vino, salazones y aceite de la Bética sobre todo. Recorrido por el castro Hay 15 de puntos de observación e información propuestos para una visita al mismo, que bien se puede comenzar en la parte alta de la carretera de acceso al yacimiento, tras sobrepasar la bifurcación entre la carretera del faro y el acceso a la factoría próxima de Repsol-Butano. Cabe mencionar, de época astur, el foso, llamado en los alrededores La Canal de los Moros; el contrafoso; la muralla, sin argamasa, paralela a lo largo de todo el istmo de la península de Torres; un patio con una espléndida escalera pétrea para el acceso a lo alto de la gran defensa, o el paseo de ronda. El visitante también se topará con las primeras estructuras de la presencia romana: el pozo con corredor y la primera casa hallada en el castro (1978/82), así como las cubetas u hornillos de fundición, la casa más grande encontrada, un aljibe con corredor y siete escalones; en otro punto de observación hay dos estructuras bien distintas: una cabaña astur (de planta circular), por un lado, y por el otro, una rectangular casa romana. Además, en otros puntos, se observa un tramo de calle y varias viviendas alrededor, y una vivienda romana, de unos 55 metros cuadrados y dos habitaciones.
Fuente: Parque Arqueológico y Natural Campa de Torres
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