El Tiempo en Gijón

De Gijón a Covadonga.



¿Cómo se formó este paisaje? El cimiento geológico de Asturias presenta dos zonas diferenciadas. La primera sería la occidental, más primitiva, formada por rocas silíceas, que originan sus formas redondeadas y oscuras de severa belleza, y que dominan esa parte de nuestra región. En cambio la zona centro-oriental se ha formado en el periodo carbonífero. Por eso en ella dominan las rocas calizas, fácilmente erosionables. Aquí la orogénesis alpina ha levantado los Picos de Europa, en cuyo borde se abre el valle de Covadonga.
Así el monte Auseva, la sorprendente abertura de la Cueva, el chorrón que cae debajo de ella, son producto final de una acción erosiva, que arranca desde hace millones de años. El manto vegetal que los cubre combina especies supervivientes de las glaciaciones cuaternarias con otras que han venido tras la mejora climática del Neolítico. Éste trae la agricultura, la domesticación de animales y, al final, los metales, que permitirán la acción humana sobre el medio, lo que explica muchos aspectos del paisaje actual.
¿Por qué se llama Covadonga esa oquedad hundida rompiendo la pared de caliza gris que el monte lanza para apoyarse sobre el suelo? El nombre no es un brote ambiguo o un azar lingüístico, sino que nace de algo anterior a él, que está allí y que califica su cóncavo espacio. No es una vaguedad que genera confusión o ambigüedad. Es una presencia fuerte que impone una definición precisa. Además, mujer, y no sometida a ningún yugo, sino dominante desde ella misma. Eso dice el título latino: Cova Domínica o Cueva de la Señora. La evolución a través del uso abrevia con frecuencia las voces largas. Entonces domínica acabó en donga . Y resultó Covadonga. Acerquémonos a contemplar tan extraordinaria Señora.


Nuestra Señora de Covadonga




Su presencia destella en una imagen. Desde su venida a la Cueva, hace más de mil trescientos años, las presiones agresivas del duro clima, quizá hayan obligado a cambiar las imágenes concretas en numerosas ocasiones. En este momento nos interesa conocer aquella que tenemos ante nosotros.
Su figura ha sido tallada, encarnada, dorada y policromada sobre madera de roble. El tiempo de su confección es el siglo XVI. Sus medidas son 71, 4 cm de altura, incluyendo la peana. La anchura llega a 46 cm, y la profundidad a 21. El Niño actual ha sido colocado en el año 1704, sobre la mano izquierda de la Madre.
En su vestidura merece destacarse el manto que luce Nuestra Señora desde los hombros hasta los pies y cae en su parte posterior en ángulo hasta la base de la peana. Sus colores cambian según los tiempos litúrgicos. El manto normal es de color rojo púrpura, con una cenefa dorada. Se completa con el jubón, camisa de manga larga ceñida al talle, y la basquiña o falda con sencillas estampaciones de motivos florales.
A lo largo del tiempo ha recibido siempre esmerada atención y cuidados constantes. Así el conjunto fue retocado en 1820. Se reajustó en 1874. Finalmente ha sido restaurada por el Instituto Nacional de Conservación y Restauración de la Dirección General de Bellas Artes en 1971 y 1986.
La actual imagen de Covadonga estuvo en la capilla de la Colegiata de San Fernando desde 1778 hasta 1820 en que fue llevada a la Cueva, donde se había habilitado una pequeña capilla para su custodia.


La antigua talla del siglo XVI fue en 1874 transformada en la Santina que hoy conocemos por el imaginero y dorador valenciano Antonio Gasch, responsable también de la brillante decoración del camarín de la Cueva, diseñado por Roberto Fransinelli. Igualmente a Gasch se debe la hechura de la artística peana con tres cabezas de querubines sobre la que descansa la venerada figura. La imagen de la Virgen de Covadonga nos recuerda y hace vivir lo que ella representa en la historia de salvación para Jesús y para sus discípulos de ayer y de hoy. La Santina es una imagen universalmente conocida. Preside calles, fachadas y el interior de los hogares. Tras una cierta decadencia a finales del siglo XVIII y parte del siglo XIX, su devoción ha crecido y se extiende sin cesar.
Esta cordialmente arraigada en el pueblo asturiano. Sobre todo, en los emigrantes que, alejados un tiempo de su tierrina natal, al retornar, sienten como un deber cordial acudir a Covadonga, como se acude al hogar de la Madre. Es un signo que, por encima de cualquier división, une a todos los hijos de esa comunidad histórica que llamamos Asturias.


Origen del culto a Sta. María en la Santa Cueva


La historia primitiva nada nos ha dejado escrito acerca de los comienzos del culto a la Virgen María en la Cueva de Covadonga, y las noticias que de aquella época tenemos, es necesario buscarlas en la tradición.Refiere ésta que la Cueva de Covadonga servía de retiro a un ermitaño que la tenía dedicado al culto de la Virgen, cuya imagen allí se veneraba.

En cierta ocasión Pelayo, refugiado con otros cristianos en aquellas montañas, entró en la Cueva persiguiendo a un malhechor. El ermitaño rogó a Pelayo que lo perdonara, puesto que se había acogido a la protección de la Virgen, y que llegaría también el día en que él tendría necesidad de buscar en la Cueva el amparo y ayuda de Nuestra Señora.
Algunos historiadores dicen- que lo más verosímil es que Pelayo y los cristianos, en la huída por aquellas montañas, llevarían consigo alguna imagen de la Virgen, que colocaron en la Cueva para implorar su protección, o mejor que la pondrían allí después de la victoria obtenida, a fin de dar culto a María Santísima en memoria' y gratitud por el triunfo obtenido por su mediación y, más tarde, Pelayo, deseando tributar a María un homenaje perenne, edificó en la misma Cueva un altar a la Virgen María.


Las Crónicas árabes, cuando hablan de Covadonga afirman que en esta Cueva las mermadas fuerzas de Pelayo encontraron refugio, alimentándose de la miel que las abejas habían producido en las colmenas construidas en las hendiduras de las rocas.
Ante ella se libró lo que se vino a llamar la “Batalla de Covadonga” y que vendría a ser una de “las primeras piedras de la Europa cristiana”. Las viejas crónicas ponen en boca de Pelayo esta afirmación: “Nuestra esperanza está en Cristo y de este pequeño monte saldrá la salvación de España”. El rey Alfonso I y su esposa Dª Hermesinda, construyeron una iglesia y en ella fueron erigidos tres altares, dedicados uno a la Santísima Virgen, en el misterio de su Natividad; otro a San Juan Bautista y el tercero a San Andrés. Además, con el fin de que se tributara un culto continuo a la Madre de Dios, fundaron dichos monarcas un monasterio.

La escritura de fundación que se atribuye a Alfonso I dice que hace entrega de la iglesia a los monjes Benedictinos; trae la lista de donaciones de objetos para el culto y privilegios y firman el Rey y la Reina, tres Obispos, dos Abades y algunos caballeros y manda trasladar desde el Monsacro una imagen de Nuestra Señora. A este templo construido en la hendidura de la peña se le llamó “del milagro” dado que al ser construido con madera y ésta volar tanto sobre el abismo era un auténtico milagro que se mantuviese en pie.

Erección de la Iglesia y Monasterio

El rey Alfonso I y su esposa Doña Hermesinda, construyeron una iglesia y en ella fueron erigidos tres altares, dedicados uno a la Santísima Virgen, en el misterio de su Natividad, otro a San Juan Bautista y el tercero a San Andrés. Además, con el fin de que se tributara un culto continuo a la Madre de Dios, fundaron dichos monarcas un monasterio. La escritura de fundación que se atribuye a Alfonso I expone cómo hace entrega de la iglesia a los monjes benedictinos, y trae la lista de donaciones de objetos para el culto y privilegios. La firman el Rey y la Reina, tres obispos, dos abades y algunos caballeros.

Covadonga en los s. XVI y XVII

Después de un silencio de dos siglos, en que apenas documento alguno hace mención de Covadonga, aparece el Rey Felipe II enviando a su cronista, Ambrosio de Morales, a que visite el Santuario y le diese cuenta de su estado. Llegó Morales a Covadonga en el año 1.572 y, en su interesante obra “Viaje Santo” describe cómo se hallaba en aquella fecha la Santa Cueva y la Capilla construida en su interior.
Dice así

“Para hacer la iglesia en la misma Cueva, porque el suelo era muy pequeño, encajaron en la peña vigas, cavando agujeros, los cuales vuelan tanto, sin ningún sostenimiento, que parece milagro no caerse el edificio, y de esto tiene temor quien mira de abajo. Quedó así el suelo parte de la peña y parte de esta madera, para hacer una iglesia más larga, no toda tuvo altura bastante, y hay covachas y otras entradillas, que no quisieron picar, a lo que yo creo, por dejar lo más que se pudiera de lo natural. Hay forma de Capilla mayor con un arco labrado de piedra, y otro al lado, que parece hacer nave; mas todo tan pequeño, que estando el sacerdote y el ministro en la Misa, no cabe ya más nadie dentro de lo que es la Capilla. Anchura tiene la iglesia, aunque desigual, y no conforme nada con el lado contrario, que es el de la madera; y porque si el coro estuviera abajo, ocupara mucho allá arriba lo repartieron bien con otro altar, porque que alcanza mal el abajo. Con esto hay en la iglesia Capilla mayor, con laterales, coro y algo a la manera de crucero. Esta iglesia dicen que la labró el Rey D. Alfonso el Casto che Alfonso I) de la manera que ahora está, y que así dura desde entonces milagrosamente sin pudrirse la madera. Dios más que esto puede hacer; mas yo veo manifiestas señales en todo de obra nueva, y no del tiempo de aquel rey. En el altar mayor está una imagen de Nuestra Señora, de obra bien hecha. Con esta imagen se tiene gran devoción en esta tierra, y se hacen en ella grandes romerías, y hay gran concurso el día de Nuestra Señora de septiembre y por ello se llama el Monasterio de Santa María de Covadonga. En el altar está siempre una cruz harto grande, de plata”.

Durante el pontificado del Obispo D. Diego Aponte de Quiñónes (1.585-1.599), se construyó la iglesia de San Fernando, que se conserva actualmente en buen estado. Tiene torre cuadrada, bóveda de crecería y coro. Adosada a esta iglesia, sobre la primitiva vivienda de monjes Benedictinos, se levantó la Colegiata que hoy existe que Con el paso del tiempo vino a llamarse “Casa de las Novenas”.

Las partes más antiguas de este edificio corresponden a dos sepulcros de abades de estilo románico y que se encuentran en el claustro bajo flanqueando la entrada del actual “Cementerio de los Canónigos”. En este claustro bajo, en la pared de una de sus crujías, se encuentra el sepulcro de D. Pedro José Pidal y Món, primer marqués de Pidal, concedido por el Cabildo de Covadonga en la segunda mitad del siglo XIX. Felipe IV sería el gran impulsar de Covadonga al facilitar el paso del Cabildo regular a secular aumentando la dotación y elevando el número de los capitulares. Para ello se construyeron once casas como lugar de vivienda para seis canónigos y cinco beneficiados y un albergue de peregrinos.
El reinado de Carlos II trajo para Covadonga la construcción de una escalera de subida a la Santa Cueva y que viniese a sustituir la antigua de madera. Es la llamada escalera del perdón. El reinado de Felipe V fue también beneficioso para Covadonga. Agregó a la Colegiata las rentas de la antigua abadía de Muñón.

Incendio en la Iglesia de la Santa Cueva

En 1.676, siendo obispo D. Alfonso Antonio de San Martín, era de la manera siguiente: En el interior de la iglesia de la Santa Cueva, según el inventario del año “El templo de Santa María tiene altar y retablo de cuatro columnas, entorchados a los lados en que está la imagen de A Nuestra Señora en su caja sobre un trono de bulto de madera, estofado de plata con su media luna del mismo género y pintura con lámparas de plata siempre ardiendo, estrechado coro de trece sillas y en la cajonería ricas alhajas y primorosos ornamentos.

Entre las alhajas se cuentan cuatro lámparas de plata, una de ellas regalo de Carlos II; dos Cálices donados por Felipe II; un viril guarnecido de rubíes, diamantes y esmeraldas, por Felipe IV; un magnífico terno de tisú de oro, de la casa de los Duques de Gandía, que había servido en el oratorio de San Francisco de Borja”. Tal era el estado de la Santa Cueva cuando un incendio producido, dicen por un rayo, la redujo a cenizas, pereciendo entre las llamas la imagen de la Virgen y todas las riquezas que eran muchas, en materia de joyas y ornamentos sagrados. Comisionado por el Cabildo de Covadonga el Abad.
Nicolás de Campomanes, informó a la Corte de la situación en la que se encontraba el Santuario, al enterarse el Rey Carlos III, movido por el Conde de Campomanes, ordenó se levantara un nuevo templo monumental, para ello mandó a su arquitecto de cámara Ventura Rodríguez a que “pasase por Covadonga y levantase la planta de un edificio correspondiente a la celebridad del Santuario”.
Se hizo el presupuesto del proyecto que ascendía a la cantidad de catorce millones de reales. Ordenó el Rey una cuestación en toda España con el fin de recaudar esa cantidad. El proyecto del templo que se iba a construir, era grandioso y de arquitectura greco-romana. Las obras del mismo se inician en el mes de mayo del año 1.781 siendo encargada la construcción del mismo al arquitecto Manuel Reguera; si embargo debido a la oposición del Cabildo “por ocultar la hermosura silvestre de la Cueva” y al elevado coste del mismo, hizo que tal proyecto no pasase de los cimientos que son los que actualmente se encuentran al pie de la Cueva canalizando el río Deva.
Entretanto a la Virgen se le daba culto, después del incendio del año 1.777, en una capilla situada a un lado de la Santa Cueva, colocándose en ella una imagen donada por el Cabildo de Oviedo. Tuvo lugar esa donación el 17 de julio de 1.778. Los oficios religiosos se celebraban en la Iglesia de San Fernando.

Construcción del Templo Monumental

Para emplazar el templo monumental que se proyectaba, se eligió el cerro situado entre el Monte Auseva y el Monte Ginés. El primer proyecto se debe a Roberto Frasinelli, también llamado el “Alemán de Corao”. Comenzaron las obras el 30 de julio de 1.877, poniendo el primer barreno el rey Alfonso XII, iniciando el desmonte de veintisiete mil metros cúbicos de piedra que fue necesario extraer para llegar el nivel conveniente.
El 11 de noviembre del mismo año el Obispo Sanz y Forés bendijo y colocó la primera piedra del templo que no logró ver terminado por haber sido trasladado a Valladolid. El 14 de octubre de 1.882 se suspendieron las obras por falta de medios económicos. Después de una breve residencia del Obispo Sebastián Herrero Espinosa, fue nombrado Obispo de Oviedo Fray Ramón Martínez Vigil. Éste continuaría con las obras de construcción de la Basílica encargándole para ello los planos al Arquitecto Federico Aparici, a quien la Junta de Oviedo había encargado últimamente la dirección de las obras del templo de Covadonga.

La empresa no era fácil ya que el nuevo arquitecto se encontraba sin plano alguno y sólo existía un dibujo ideado por Frasinelli.
El 15 de noviembre de 1.891 inauguró el Obispo Martínez Vigil la cripta del templo. Al mismo tiempo que realizaban las obras del templo, se construyó el palacio episcopal, con la sala capitular, archivo, biblioteca y otros inmuebles. También dieron comienzo, por estas fechas, las obras de construcción del “Hotel Pelayo”.
E1 28 de abril de 1.886, se procedió a construir el templo sobre la cripta y, desde esta fecha, se continuaron las obras sin interrupción. El presupuesto del templo ascendía a la cantidad de 1.226.120 Ptas. Por fin, después de veinticuatro años, el 7 de septiembre de 1.901, el Obispo Martínez Vigil lo vio terminado y elevado a la categoría de Basílica por el Papa León XIII. Era Abad de Covadonga D. Nemesio de Barinaga anteriormente párroco de Pola de Siero.

Coronación de la Virgen

Con motivo del duodécimo centenario de la batalla de Covadonga, el 8 de septiembre de 1.918, fue coronada solemnemente la Virgen de Covadonga por el Arzobispo de Toledo el asturiano D. Victoriano Guisasola en presencia de las Reyes D. Alfonso XIII y D' Victoria Eugenia. La idea de la coronación había partido del entonces Obispo de Oviedo doctor Baztán y Urniza.

La corona fue costeada con las joyas y donativos de todos los asturianos y construida por el sacerdote nacido en Pola de Lena D. Félix Granda Buylla en su taller de Madrid (Talleres de Arte Granda) según consta en el Acta de la Coronación canónica de Nuestra Señora de Covadonga en el duodécimo centenario de la batalla.

Covadonga al inicio del s.XX

En el siglo XX Covadonga experimenta una actividad muy enriquecedora para el Real Sitio. Se inaugura la línea del tranvía de vapor “Arriondas-Covadonga” en el año 1.908 junto con el “Hotel Pelayo” construido también según los planos de Federico Aparici. Se Construye el “Hostal Favila”, edificio de singular nobleza que actualmente ocupa en parte la Escolanía y en parte el Museo. Este edificio había sido construido para, como propiamente su nombre dice, hostal de peregrinos modestos según los planos de Miguel García-Lomas y Manchobas.

También se compone el himno de Covadonga “Bendita la Reina” de Restituto del Valle e Ignacio Busca Sagastizábal; y se comienza a publicar el 15 de junio de 1.922 la Revista “Covadonga”, aunque anteriormente ya se habían publicado números extraordinarios en los años 1.917 y 1.918.

El exilio de la imagen de la Santina

La imagen de la Santina fue secuestrada y llevada a París en 1.939, aunque no fue objeto de profanación alguna. Estuvo en Francia en calidad de rehén para ser canjeada, dado el caso, por algún alto jefe político o militar. Terminada la Guerra, se hizo cargo de la Embajada Española en París el doctor D Pedro Abadal, quien describe de esta forma el hallazgo de la imagen: “Practiqué por todo el edificio un reconocimiento y encontré muchas cosas...”

En el desván encontré una imagen de la Virgen...con el Niño en brazos. Era de madera policromada en su parte anterior... “La verdad es que no la identifiqué pero, avisado el portero de la finca, éste me aseguró que se trataba de la Virgen de Covadonga... ”Después de comunicado el hallazgo y dada la orden de devolverla a su lugar fue el mismo Sr. Abadal el que la trajera en su coche cerrado desde la embajada de España en París, donde fue encontrada, hasta la frontera con España. El día 11 de junio de 1.939 entraba triunfalmente en España la imagen de la Santina. La ciudad de Irún se disponía a recibirla con una extrema exaltación de religiosidad: las calles estaban engalanadas... volteaban las campanas.

La enorme muchedumbre la recibió de rodillas y con una ovación inenarrable.
El mismo entusiasmo suscitó la Santa Imagen en San Sebastián, Loyola, Mondragón, Vitoria, Valladolid, y León. El día 13 llegaba a Asturias entrando por Pajares. El entusiasmo del recibimiento fue indescriptible. Pasó nueve días en la Catedral de Oviedo visitó Gijón, Avilés y un sinfín de pueblos hasta que por fin llegó a Covadonga donde con gran entusiasmo se entronizaría.
Fue recibida en el llamado campo del Repelao por el Cabildo de la Colegiata el seis de agosto, depositándose la imagen de la Virgen en la Cueva del Auseva a la una y media de la tarde.

Reformas de la Capilla de la Santa Cueva

La capilla de la Cueva, en su aspecto exterior, parecía tener poca estética, la belleza natural de la Cueva aparecía empañada por la capilla construida en 1.874.

La aspiración constante del Cabildo fue siempre establecer una reforma de manera que, conservando la Cueva su estado primitivo, sirviera de templo natural a la imagen de la Virgen. Y ninguna de las reformas que se había proyectado hasta entonces llenaban estos deseos.

Terminada la guerra civil inició el Cabildo constantes gestiones cercanas al Gobierno nacional pidiendo ayuda para reparar los daños en Covadonga y sobre todo para emprender la restauración de la Santa Cueva. Se creó un Patronato Pro-Covadonga el cual solicitó el informe de las Reales Academias de San Fernando, de la Historia y de la Dirección General de Bellas Artes.
El Patronato encomendó al notable arquitecto asturiano D. Luis Menéndez Pidal, que hiciera el proyecto de reforma de la Cueva con arreglo al informe dado por las academias. Pronto dieron comienzo las obras de reforma tal como se contempla en la actualidad, desde el paso subterráneo en forma de túnel hasta la actual forma de la misma Cueva. En el interior se construye una Capilla-Sagrario cubierta con madera de castaño policromada y dorada por el Valenciano Juan García Talens.
En su espadaña se colocó una campana donada por el ayuntamiento de Gijón y fundida en los talleres Adaro en dicha villa. Lleva, entre otras, la siguiente inscripción: “Llamo al peregrino a la morada Santa María de Covadonga, inspiradora de Pelayo, Rey de Gijón” En el interior de la Capilla-Sagrario se encuentra grabada en sus muros la siguiente leyenda: “De la Madre la victoria y del hijo el aliento para el camino pues los alimentó con flor de trigo y con miel de la roca”

La visita del Papa Juan Pablo II

Los días 21 y 22 de agosto del año 1.989 el Papa Juan Pablo II, peregrino de la fe a Santiago de Compostela, quiso visitar pastoralmente la iglesia particular de Asturias, después de haber tenido encuentro con ella en el “aeropuerto de la Morgal”, en el concejo de Llanera, peregrinó a Covadonga siendo recibido en la explanada de la Casa de Ejercicios, donde pernoctó, por el Cabildo del Real Sitio y feligreses de la Parroquia.

Al día siguiente se reunió con el Patronato del Real Sitio y gruta de Covadonga en la antigua Colegiata, subió seguidamente a la Santa Cueva y ante la imagen de la Santina oró largamente recitando al final una hermosa plegaria. A las diez de la mañana celebró la Eucaristía en la explanada de la Basílica. Con él concelebro toda la Conferencia Episcopal Española y una gran representación del Presbiterio Diocesano. Asistió a la misma una gran cantidad de fieles. Anteriormente, siendo Patriarca de Venecia, había visitado ' Covadonga el Cardenal Roncalli, futuro Juan XXIII; ocurrió el 21 de julio de 1.954 quedando impresionado con la imagen de la Virgen de Covadonga y de su Santuario.

Se llevó con él una réplica que posteriormente, al ser elegido Papa la llevó consigo colocándola en su dormitorio del Vaticano y a la que dedicaba su primera oración de la mañana.

Las reliquias de S.Melchor y S. Pedro Poveda en Covadonga

El Arzobispo de Oviedo, doctor Díaz Merchán, presidió el día 10 de mayo de 1.997, en Covadonga, una solemne Eucaristía con motivo de la recepción, por parte del Cabildo Colegial, de las reliquias de San Melchor y del Santo Pedro Poveda, que se unirían a las de los Santos Padres del siglo V, San Atanasio y San Basilio. Las reliquias de San Melchor, cuyos restos descansan en la capilla de Covadonga de la Catedral de Oviedo, han sido donadas por el Cabildo Catedral Ovetense.
Las de San Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana en 1.911 en Covadonga, se encontraban en la casa que la citada Institución tiene en Los Negrales (Madrid) donde reposan sus restos. Poveda fue canónigo en Covadonga entre los años 1.906 y 1.913. La arqueta, realizada por el orfebre Carlos Álvarez, imita en dimensiones y formato a la Caja de las Ágatas que se conserva en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.

Tiene unas dimensiones de 40 x 30 cm. lleva grabada la Cruz de la Victoria y la corona de la Virgen. También está embellecida con elementos decorativos simbólicos, como la corona de laurel de la victoria y la palma de los mártires. Con la recepción de las reliquias y la instalación del nuevo arca se dieron por finalizados los trabajos de remodelación del Presbiterio de la Basílica de Covadonga al que se ha incorporado en un lateral una Virgen sedente, obra de Juan Samsó, un ambón, una Cruz de la Victoria y se ha rectificado la base del altar.
En el año 2.001 se inauguró el nuevo órgano de la Basílica fabricado por la “Organistería Actores” de Torquemada (Palencia)

La iconografía de la Virgen de Covadonga

¿Cómo fue la primitiva imagen de la Santina? Nada se sabe.
Si sabemos que tenía una hechura humilde, rústica, tosca escultura románica quizás como la que se guarda en la pequeña capilla del pueblo de Teleña (Cangas de Onís) a la que curiosamente también se le llama Santina. En la Parroquia de Cillaperlata, Diócesis de Burgos se encuentra una imagen de Ntra. Sra. de Covadonga que es la titular de la misma y que preside el retablo mayor; es de hechura más reciente, posiblemente de la Baja Edad Media. Ambrosio de Morales, en su ya citado “Viaje Santo” de finales del siglo XVI habla de una imagen de Ntra. Sra. de Covadanga de “obra nueva y bien hecha”. ¿Sería una copia de ésta imagen h que el Obispo Caba11era de Paredes colocó en un altar que se encontraba 'a la entrada de la Cámara Santa en dicha Catedral?.
¿Cuál fue la que pereció en el incendio de 1.777?
Demasiadas interrogantes difíciles de responder. La que regaló el Cabildo de Oviedo ¿era una copia de la que allí se encontraba? Posiblemente si. De todas maneras la que actualmente se conserva en Covadonga, la llamada imagen de la Santina S. XV – XVI, fue restaurada par el Obispo Sanz y Forés en el siglo pasado modificándosele el rostro debido al deterioro en el que se encontraba. Con la inauguración de la Basílica de Covadonga, se volvió a la primitiva tradición al colocarse una imagen de Ntra. Sra. de Covadonga en actitud sedente a modo de Trono de la Sabiduría.

En estampas y grabados se encuentra la imagen de Ntra. Sra. de Covadonga. La Real Congregación de Naturales y Originarios de Asturias en Madrid, hizo una tirada de estampas en papel con la imagen de la Virgen de Covadonga tal como, se conserva en el altar de la desaparecida iglesia de San Luis en Madrid en el S. XVIII.
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Origen de esta Fuente: Santuario de Covadonga.com ◦
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